Ruta del Vino

 

La Asociación de Turismo Enológico del Uruguay bajo su marca Los Caminos del Vino se constituyó en el año 2005 con la finalidad de promover el turismo enológico y difundir la identidad, la cultura, la forma de trabajo y la pasión que tienen las principales bodegas del Uruguay por la vitivinicultura.

La constitución de ATEU animó a que las bodegas se renovaran tanto en materia de infraestructura (nuevas salas de degustación, restaurantes, boutiques y reformas de cavas), como de servicios para poder ofrecer una mejor atención a los turistas, haciendo énfasis en la profesionalización de los Recursos Humanos para atender a los turistas.

 

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Los Caminos del Vino está integrado por las siguientes bodegas: Alto de la Ballena, Bouza Bodega Boutique, Reinaldo De Lucca, Antigua Bodega Stagnari, Marichal, Viñedos y Bodega Santa Rosa, Vinos Finos J. Carrau, Castillo Viejo, Filgueira, Establecimiento Juanicó, Vinos Finos H. Stagnari, Viña Varela Zarranz, Viñedo de los Vientos.

Las bodegas participantes se encuentran en distintas zonas del país (Montevideo, Canelones, Maldonado, Salto y Rivera) y juntas forman en esencia una pluralidad de ofertas para los visitantes que busca promover las distintas regiones vitivinícolas del país y sus centros de atractivo de interés turístico. Esta diversidad, viéndola como la capacidad del público en general de poder conocer cada establecimiento, sus particularidades e historias es el motor de cada participante y la razón de ser de la Asociación.

 

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La vid europea fue introducida en América por los españoles en la primera mitad del siglo XVI. Se le atribuye a los conquistadores Francisco Cervantes y Hernando de Montenegro haber hecho traer por el año 1545, las primeras plantas de vid desde Canarias para cultivarlas en Cuzco y Lima, respectivamente. Lima era entonces cabeza del Virreinato del Perú.

De esas vides originarias de Canarias se elaboró el primer vino americano en 1549, según lo documenta el poeta peruano Garcilaso de la Vega (El Inca) en sus «Comentarios Reales» (1606), uno de los mejores libros de la historia del Nuevo Mundo.

Desde Perú, la vid se empezó a difundir hacia el sur del nuevo continente, llegando primero al actual territorio chileno y posteriormente a tierras argentinas. En 1557, se cultivaron las primeras vides en el Cuyo y un tiempo después en Buenos Aires. Se estima que en Buenos Aires se realizó la primera elaboración de vino en el 1605, de viñedos de cuatro o cinco años de establecidos.

Por la proximidad de Buenos Aires con nuestro territorio, bien podría pensarse que el viñedo uruguayo proviene de aquellas viñas. Sin embargo, las primeras vides llegaron a la Banda Oriental de la mano de los colonizadores españoles. Ellos plantaron la vid, junto con el olivo y el nogal, cuando a mediados del siglo XVII empezaron a establecer poblaciones en el suroeste del territorio, que serían el comienzo de una instalación por demás demorada.

En efecto, el Río de la Plata entró tardíamente en la atención pobladora del colonizador español y aún más tardíamente lo hizo la Banda Oriental. Tierras desprovistas de algún provecho – metales preciosos – y extendidas hacia el lejano sur de un mundo que tenía por centro a España, Inglaterra, Francia y Portugal, fueron consideradas con preocupación frente a los intereses expansionistas de las potencias rivales.

El conflicto imperial – en el que pesó el riesgo de pérdidas territoriales y la extensión del contrabando – determinó a las autoridades coloniales la fundación de Montevideo y otros pueblos de la Banda. La rusticidad de las costumbres, el estrecho horizonte social, la pequeñez del mundo habitado por los primeros pobladores provenientes de las Canarias a los que se sumaron otros peninsulares con ambiciones de progreso, dieron una fuerte tonalidad provinciana a esta sociedad colonial.

Esta época colonial significó entonces para la historia de la vid del Uruguay una primera etapa dedicada solamente a la uva de mesa y elaboración de vino para consumo familiar.

En los comienzos del Siglo XX se produce la primera reconversión de los viñedos del país, transformándose la plantación directa por planta injertada. Esta transformación vino de la mano de la migración europea, principalmente italiana, que con gran empeño se dedicaron al cultivo de la vid, apareciendo una nueva modalidad de productor vitícola que trajo como consecuencia la expansión de los viñedos del tipo familiar.

Se producen actualmente, entre las distintas variedades de vinos, más de 90 millones de litros, de los cuales el 80% corresponden a vino de mesa o vino común y el resto, menos de un 20%, a vinos finos (V.C.P.). El consumo interno está calculado en 30 litros por persona al año. Solo un 3% de la producción es con destino a la exportación.

(Fuente: INAVI)

 

 

Turismo Enológico en Canelones:

Debido a su ubicación en el paralelo 35º, el departamento de Canelones se encuentra en una latitud privilegiada para la producción de vino, donde el aroma a vid se siente y se disfruta, siendo cuna de la variedad «Tannat».

Descendientes de italianos que se establecieron al sur del departamento en el siglo XIX, se dedicaron a la vitivinicultura y han llegado a fundar más de 350 bodegas con una larga tradición familiar.

 

Bodegas:

 

Bartora Las Violetas

Ruta 5 Km. 29

 

Reynaldo de Lucca 

Ruta 48 Km 13, El Colorado

 

Establecimiento Juanicó 

Ruta 5 Km. 37.500, Juanicó

 

Bodega Filgueira 

Ruta 81 Km. 6.500, Santa Lucía

 

Lugano

Ruta 11 Km. 97

 

Marichal e Hijo

Ruta 64 Km. 48.500

 

Perco y Hernández

Ruta 46 Km. 48

 

Pizzurno y Otro

Ruta 46 Km. 28.500, Canelón Chico

 

Stagnari

Ruta 5 Km. 20

 

Viñedo de los Vientos 

Ruta 11 Km.162, Est. Atlántida.

 

Varela Zarranz

Ruta 74 Km. 29, Las Piedras

 

Castillo Viejo

Las Piedras Ruta 68 Km. 24

 

Vinos del Pedregal

Ruta 5 Km. 20, La Paz

 

Juan Toscanini e Hijos S.A.

Ruta 69 km 30, Canelón Chico

 

Bodega Favreto

Ruta 7 Km. 40, Pando